
tan mal envuelto que se abrió de golpe,
esparciéndose por el suelo su contenido:
unas preciosas biblias encuadernadas en piel
y con los cantos dorados.
Un empleado no pudo resistir la tentación y se quedó con una.
Cuando, más tarde, se lo confesó al Maestro, éste le preguntó:
"¿Qué diablos te hizo robar una Biblia?"
"Mi temperamento religioso", respondió el otro, compungido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario