
la competitividad.
"¿Acaso el competir hace aflorar lo mejor que hay
en nosotros?", le preguntaron.
"Todo lo contrario: hace aflorar lo peor,
porque te enseña a odiar".
"¿Odiar... qué?"
"Odiarte a ti mismo, por permitir que tu actividad
venga determinada por tu competidor,
no por tus propias necesidades y limitaciones;
y odiar a los demás, porque lo que buscas es
triunfar a su costa".
"¡Pero eso suena a una especie de requiem
por el cambio y el progreso", protestó alguien.
"El único progreso que hay", dijo el Maestro,
"es el progreso del amor, y el único cambio digno
de producirse es el cambio del corazón".
No hay comentarios:
Publicar un comentario