
a quienes creían ciegamente en sus Escrituras,
que la Verdad no puede ser captada ni expresada
por una mente conceptualizadora.
Y contaba el caso de un ejecutivo que se quejaba
a su secretaria en relación a una nota que ella había
escrito para dar cuenta de una llamada telefónica:
"No entiendo ni palabra", le dijo.
"Yo tampoco pude entender muy bien al que
telefoneaba", dijo ella: "por eso no he podido
escribirlo con claridad".
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