jueves, 26 de abril de 2012

271 UMPA.


"Todo el mundo sabe de mi audacia", dijo el Gobernador, "pero confieso que una cosa me da miedo:
la muerte. ¿Qué es la muerte?"

"¿Y cómo puedo saberlo yo?"

"¡Tú eres un Maestro iluminado...!"

"Tal vez. Pero todavía no soy un Maestro muerto".

270 UMPA.


"¿Qué os enseña vuestro Maestro?"

"Nada".

"Entonces, ¿qué demonios ofrece?"

"Todo cuanto quieras tomar de su silencio,
y de su amor, y de los rayos de las miríadas de soles
que brillan en su cielo interior
y en toda hoja y toda brizna de hierba".

269 UMPA.


"Si buscas a Dios, lo que haces es buscar ideas...
y pasar por alto la realidad", dijo el Maestro.

Y contó el caso de un monje que se quejaba de la celda
que le habían dado: "Yo quería una celda desde la
que pudiera contemplar las estrellas, 
pero me han dado una que tiene delante
un estúpido árbol que me lo impide..."

Sin embargo, fue precisamente mirando aquel árbol
como alcanzó la Iluminación 
el anterior ocupante de la celda.

268 UMPA.


Cuando alguien expresó el odio que sentía
hacia los opresores de su país, el Maestro le dijo:

"Jamás permitas que nadie te arrastre tan abajo
que te haga odiarlos".

267 UMPA.


"No sé si puedo confiar en ese hombre",
dijo un recién llegado al monasterio.

"El Maestro", dijo un discípulo ya experimentado,
"no pretende que confiemos ciegamente en sus
palabras, sino que nos invita siempre a dudar,
a cuestionar y a criticarlo todo".

Luego añadiría:
"Lo que yo temo no son las palabras del Maestro,
sino su presencia.
Sus palabras arrojan luz,
pero su presencia te quema".

266 UMPA.


Mis padres me han advertido que tenga 
cuidado contigo", dijo un recién llegado.

El Maestro sonrió y dijo: 
"Ten cuidado, querido; ten mucho, mucho cuidado...,
y correrás la misma suerte que tus prudentes padres:
jamás te sucederá nada muy bueno ni muy malo".

265 UMPA.

Resultado de imagen de iluminacion espiritual
Los discípulos se resistían siempre a aceptar del todo
la enseñanza del Maestro de que no había que "hacer nada para cambiar o para alcanzar la Iluminación.

"¿Qué puedes hacer para disipar la oscuridad?", 
solía decir. 
"La oscuridad es la ausencia de luz.
El mal es la ausencia de conciencia.
¿Qué se puede hacer con una ausencia?".

264 UMPA.


A otro hombre muy rico que estaba poniendo 
en peligro su salud con su afán de ganar dinero,
le contó el Maestro el caso del avaro al que
llevaban a enterrar.

De pronto, el tipo recordó el conocimiento,
se hizo cargo de la situación y tomó una rápida
decisión: "Será mejor que me levante,
o tendré que pagar la factura del funeral".

"La mayoría de la gente prefiere salvar su dinero
antes que su vida", fue la conclusión del Maestro.

263 UMPA.


Un hombre rico le contaba una vez al Maestro que,
por más que lo intentara, no podía refrenar su deseo
compulsivo de ganar dinero.

"¿Ni siquiera a costa de no poder disfrutar de la vida?", preguntó el Maestro.

"Creo que eso tendré que dejarlo para cuando sea viejo..."

"Si es que vives lo suficiente", le replicó el Maestro,
el cual le contó además lo de que aquel atracador que
le dijo a su víctima: "¡La bolsa o la vida!" Y el otro le contestó: "Quédate con mi vida. La bolsa la guardo para cuando sea viejo".

262 UMPA.


Un joven describía entusiasmado lo que soñaba
poder hacer por los pobres.

"¿Y cuándo piensas hacer realidad tus sueños?",
le preguntó el Maestro.

"Tan pronto como llegue la oportunidad de hacerlo".

"La oportunidad nunca llega", dijo el Maestro.
"La oportunidad ya está aquí".

261 UMPA.

Resultado de imagen de habitat
Cuando alguien insistió en que un problema moral determinado no podía tener más que una única solución absolutamente correcta, el Maestro dijo:

"Si una persona duerme en un lugar húmedo,

es muy probable que contraiga lumbago. Pero esto
no es aplicable a los peces.

Vivir en un árbol puede ser peligroso y perjudicial

para los nervios. Pero esto no es aplicable a los monos.

¿De cuál de los tres grupos -peces, monos y seres

humanos- puede decirse que viven en el habitat 
absolutamente correcto?

Los seres humanos comen carne; los búfalos, hierba; y los árboles se nutren de la tierra.

¿Cuál de los tres tiene el sentido del gusto
absolutamente correcto?"

260 UMPA.


"Lo que tú necesitas es consciencia", 
dijo el Maestro a un discípulo con una mentalidad
muy religiosa. "Consciencia, consciencia y
consciencia".

"Ya lo entiendo: debo intentar ser consciente de la
presencia de Dios..."

"La consciencia de la presencia de Dios es pura
fantasía, porque no tienes ni idea de cómo es Dios.
Lo que necesitas es consciencia de ti mismo".

Más tarde, diría: "Si Dios es Amor, entonces la
distancia que hay entre Dios y tú ¿no es la misma
que hay entre tú y tu consciencia de ti mismo?"

259 UMPA.


"Hay una cosa que ni siquiera Dios puede hacer",
le dijo el Maestro a un discípulo al que le aterraba
la mera posibilidad de ofender a alguien.

"¿Y cuál es?"

"Agradar a todo el mundo", dijo el Maestro.

258 UMPA.


Para ilustrar el axioma que tantas veces repetía
-"Veis las cosas como vosotros sois, no como ellas son"-, el Maestro refirió el caso de un viejo amigo suyo
de ochenta años que había llegado al monasterio
cubierto de lodo y totalmente empapado.

"Ha sido ese riachuelo que hay a medio kilómetro
de aquí", explicó. "Antes, siempre podía saltarlo 
sin problemas, pero ahora no consigo nunca pasar
de la mitad. Y es que no me había dado cuenta
de que el riachuelo se ha hecho más ancho".

A lo cual, el Maestro mismo añadió:
"Ahora, cada vez que me agacho para atarme los
zapatos, me doy cuenta de que el suelo está
más lejos que cuando era joven".

257 UMPA.


"Según cuál sea tu percepción, así será tu acción.
Lo que hay que cambiar no es la acción, sino
la perspectiva".

"¿Y qué debo hacer para cambiarla?"

"Sencillamente, comprender que tu perspectiva
actual es defectuosa".

256 UMPA.

Un discípulo de talante bastante religioso volvió
de nuevo sobre el tema de la Escritura:
"¿Quieres decir que las Escrituras no pueden darnos
ninguna noción de Dios?"

"Cualquier Dios que pueda encerrarse en una noción
no es Dios en absoluto.
Por eso es por lo que Dios es un Misterio: algo de lo
que no tienes ni noción", dijo el Maestro.

"Entonces, ¿qué nos ofrecen las Escrituras?"

En respuesta, el Maestro le refirió cómo, mientras
estaba cenando en un restaurante chino, uno de 
los músicos empezó a tocar una melodía vagamente
conocida y cuyo título no podía recordar ninguno
de los que estaban cenando con él.

El Maestro llamó entonces a un camarero y le pidió
que averiguara qué era lo que estaba tocando 
el músico. El camarero fue hasta donde estaba la
orquesta, regresó a la mesa y dijo con aire
triunfal: "El violín, señor".
Resultado de imagen de espiritualidad

255 UMPA.

Lo que más costaba a los recién llegados era
adaptarse a la humanidad y la absoluta sencillez 
del Maestro, el cual disfrutaba demasiado de las
cosas buenas de la vida y de los placeres de los
sentidos como para encajar en el esquema de lo
que ellos consideraban que debía ser un santo.

Cuando uno de ellos lo comentó con un discípulo,
éste le respondió:

"Cuando Dios hace de un hombre un Maestro, 
no deshace al hombre que hay en él".

254 UMPA.


El predicador impugnaba vehementemente la
enseñanza del Maestro de que no hay nada que
podamos hacer para alcanzar la Iluminación.

"Pero ¿acaso no eres tú, y no yo", dijo el Maestro,
"quien predica que todo es don de Dios, que todo
cuanto hay de bueno en nosotros se lo debemos
a Su gracia?"

"Sí, pero también predico que Dios pide
nuestra cooperación".

"¡Ah, sí! Como aquel tipo que estaba cortando madera
y le pidió a su hijo que colaborara con él lanzando
resoplidos", dijo el Maestro en tono jocoso.

253 UMPA.


"¿De veras que no hay nada que podamos hacer 
para alcanzar la Iluminación?"

"Bueno", dijo el Maestro en tono jovial,
"podríais imitar a aquella anciana que empujaba
con todas sus fuerzas la pared del vagón
para conseguir que el tren corriera más deprisa".

252 UMPA.

El Maestro no se cansaba de recordar,
a quienes creían ciegamente en sus Escrituras,
que la Verdad no puede ser captada ni expresada
por una mente conceptualizadora.

Y contaba el caso de un ejecutivo que se quejaba
a su secretaria en relación a una nota que ella había
escrito para dar cuenta de una llamada telefónica:
"No entiendo ni palabra", le dijo.

"Yo tampoco pude entender muy bien al que
telefoneaba", dijo ella: "por eso no he podido 
escribirlo con claridad".

251 UMPA.


Un activista regresó al monasterio para averiguar
de qué clase de luz tenía aún necesidad.

"La luz que todavía necesitas", le dijo el Maestro,
"es la que te permita conocer la diferencia entre 
un amante y un activista. El amante toma parte
en una sinfonía".

"¿Y el activista?"

"El activista sólo oye el sonido de su propio tambor",
dijo el Maestro.

250 UMPA.


"Ardo en deseos de encontrar algún tipo de 
fundamento sólido, de base firme, para mi vida..."

"Míralo de esta manera", dijo el Maestro:
"¿Cuál es el fundamento sólido de la migración
de las aves de un continente a otro?
¿O cuál es la base firme del flujo de los peces hacia
el mar a través de los ríos?"

249 UMPA.

El Maestro le contó otra parábola al predicador:

Un ciempiés acudió a un sabio y viejo búho
quejándose de que padecía gota,
lo cual le hacía tener fuertes dolores en cada una
de sus cien patas. 
"¿Qué puedo hacer?", le preguntó.

Tras reflexionar seriamente sobre el asunto,
el búho aconsejó al ciempiés que se convirtiera
en una ardilla: al tener sólo cuatro patas,
le habría desaparecido el noventa y seis por ciento
de sus dolores.

El ciempiés le dijo: "Es una idea espléndida.
Ahora dime qué puedo hacer para 
convertirme en ardilla".

"¡No me fastidies con eso!", dijo el búho.
"Lo mío son los principios..."

248 UMPA.


Los activistas estaban muy molestos por el hecho
de que el Maestro pensara que tenían necesidad
de menos acción y de más luz.

"¿Luz para ver qué?", preguntaron.

"Para ver de qué va la vida", dijo el Maestro.

"¡Ya sabemos que la vida hay que vivirla
por los demás!", dijeron los activistas.
"¿Qué más luz necesitamos?"

"Necesitáis comprender qué significa la
preposición 'por'", dijo el Maestro.

247 UMPA.


Siempre que el predicador mencionaba a Dios,
el Maestro decía: "No metas a Dios en esto".

Pero, un día, el predicador ya no pudo seguir
soportándolo: 
"¡Siempre había sospechado que eras un ateo!",
gritó.
"¿Por qué no debo meter a Dios en esto...? ¿Por qué?"

Y el Maestro le contó la siguiente historia:

Un sacerdote acudió a consolar a una viuda
por la muerte de su marido.

"¿Ha visto lo que me ha hecho su Dios?",
vociferó la mujer.

"A Dios no le agrada la muerte, hija mía",
replicó el clérigo, "sino que le resulta tan lamentable
como a ti".

"Entonces, ¿por qué la permite?"

"No hay forma de saberlo, porque Dios 
es un Misterio..."

"Entonces, ¿cómo sabe usted que la muerte
no le agrada?", preguntó la mujer.

"Bueno..., realmente... digamos que..."

"¡Cállese!", gritó la viuda. 
"No meta a Dios en esto, ¿quiere?

246 UMPA.


Al Maestro le hacían mucha gracia las exageradas
pretensiones de la ciencia moderna, de poder
transformar el Universo.

"Cuando entren en conflicto la voluntad humana y
la naturaleza, apoyad a ésta", solía decir.

"Pero ¿es que no podemos cambiar nada
en el Universo...?"

"No, mientras no hayamos aprendido a someternos
a él".

245 UMPA.

Resultado de imagen de disparando a la diana
"Escucháis", dijo el Maestro, "no para descubrir
nada nuevo, sino para dar con algo que confirme lo
que pensáis. Discutís, no para hallar la verdad, sino
para defender vuestra manera de pensar".

Y contó la historia de aquel rey que, al pasar por
una pequeña ciudad, vio que por todas partes había
señales de la presencia en ella de alguien dotado
de una asombrosa puntería: en árboles, vallas
y paredes había infinidad de dianas con un agujero
de bala en el mismísimo centro. Cuando quiso que
le presentaran a tan extraordinario tirador, éste
resultó ser un muchacho de diez años.

"¡Es increíble!", dijo el rey asombrado.
"¿Cómo demonios lo haces?"

"Es muy fácil, Majestad", le respondió.
"Primero disparo, y luego dibujo la diana".

"Lo mismo hacéis vosotros: primero sacáis vuestras
conclusiones, y luego construís en torno a ellas 
vuestras premisas", dijo el Maestro. 
"¿Acaso no es así cómo os las ingeniáis para 
aferraros a vuestra religión o a vuestra ideología?"

244 UMPA.

Resultado de imagen de espiritualidad
"¿Por qué estás siempre rezando?",
preguntó el Maestro.

"Porque la oración alivia mi mente
de una enorme carga".

"¿Y que tiene de malo?"

"En primer lugar, que te impide ver
quien puso allí esa carga", dijo el Maestro.

243 UMPA.


Cuando le preguntaron por qué nunca discutía
con nadie, el Maestro contó la historia de un viejo
herrero, el cual le confió a un amigo que su padre,
herrero como él, siempre había querido que su hijo
siguiera su misma profesión, mientras que la madre
abrigaba la ilusión de que su hijo fuera dentista.
"¿Y quieres que te diga una cosa?: estoy encantado
de que mi padre se saliera con la suya, porque,
si hubiera sido dentista, me habría muerto de hambre.
Y puedo demostrártelo".

"¿Cómo?", preguntó el amigo.

"He estado en esta herrería durante treinta años,
y en todo ese tiempo ni una sola vez me ha pedido
nadie que le sacara una muela".

"Esta misma es -concluyó el Maestro- la lógica
que subyace en las discusiones.
Cuando ves algo con claridad,
ya no tienes necesidad de lógica alguna".

242 UMPA.


"¿No sirve el sufrimiento para templar
a la persona?"

"No es el sufrimiento lo que importa,
sino el temperamento de la persona;
porque el sufrimiento puede dulcificar a la persona,
pero también puede amargarla, del mismo modo
que el fuego del alfarero puede carbonizar
la arcilla o, por el contrario, darle temple".

241 UMPA.


"¿Por qué, cuando predicas, insistes tanto en el valor del sufrimiento?", preguntó el Maestro.

"Porque el sufrimiento nos enseña a afrontar
todo cuanto la vida pueda acarrearnos",
respondió el predicador.

A lo cual el Maestro no replicó nada.

Más tarde, un discípulo le preguntó:
"¿Qué es exactamente lo que el sufrimiento
nos enseña a afrontar?",

Y el Maestro respondió sonriendo:
"Supongo que más sufrimiento".

240 UMPA.


Cuando uno de los discípulos cometió una grave
equivocación, todos esperaban que el Maestro
le aplicara un castigo ejemplar.

Pero cuando, transcurrido un mes,
vieron que no pasaba nada, uno de los discípulos
le manifestó al Maestro su desacuerdo:
"No podemos ignorar lo sucedido. A fin de cuentas,
Dios nos ha dado ojos..."

"Sí", replicó el Maestro, "y también párpados".

239 UMPA.

Resultado de imagen
"Lo que más me deprime es la absoluta vulgaridad
de mi existencia. Jamás en la vida he hecho nada
tan importante como para merecer la atención
del mundo".

"Te equivocas si piensas que es la atención del mundo
lo que hace que una acción sea importante",
dijo el Maestro.

Siguió una larga pausa.

"Bueno, pero es que tampoco he hecho nada 
que haya influido en alguien, 
ni para bien ni para mal..."

"Te equivocas si piensas que es el influir 
en los demás lo que hace que una acción 
sea importante", volvió a decir el Maestro.

"Pero, entonces, ¿qué es lo que hace 
que una acción sea importante?"

"El realizarla por sí misma
y poniendo en ello todo el propio ser.
Entonces resulta ser una acción desinteresada,
semejante a la actividad de Dios".

238 UMPA.

Resultado de imagen de frases de espiritualidad
"Me enorgullezco de saber juzgar el carácter
de los demás".

"¿Es eso algo de lo que realmente
se pueda estar orgulloso?, preguntó el Maestro.

"¿Acaso no lo es?"

"No. Hay un defecto que es común 
al juez bueno y al malo; 
que tanto el uno como el otro juzgan".

237 UMPA.


Cuando el Maestro oía decir a alguien:
Me gustaría mucho más mi mujer si fuese 
de otra manera", solía contar lo que le ocurrió a él
un día mientras contemplaba una puesta de sol
en el mar.

"¿No es precioso?", le dijo entusiasmado
a una pasajera que se encontraba junto a él
apoyada en la barandilla.

"Sí", dijo de mala gana la mujer. 
"Pero ¿no cree usted que estaría mejor
con un poco más de rosa a la izquierda?"

"Todo el mundo", dijo el Maestro, 
"te resulta encantador cuando prescindes
de las expectativas que te habías forjado sobre
cómo deberían ser".

236 UMPA.

Resultado de imagen de espiritualidad
El filósofo obsequió al Maestro con una interminable
disquisición sobre la "realidad objetiva".

Cuando concluyó, dijo el Maestro:

"Lo que tú conoces no es la realidad,
sino la percepción que tienes de ella.
Y lo que experimentas no es el mundo,
sino tu propio estado de ánimo".

"Entonces, ¿es que la realidad no puede ser captada?"


"Sí..., pero sólo por los que van más allá

de sus pensamientos".

"¿Y qué clase de personas son ésas?"


"Las que se han liberado de ese gran protector

que llamamos el 'yo'; porque,
cuando el yo desaparece, 
cesa también la protección...
y se ve el mundo en su desnuda belleza".

235 UMPA.

"¿Por qué no aconsejas nunca el arrepentimiento?",
preguntó el predicador.

"¡Pero si no enseño otra cosa...!",
replicó el Maestro.

"¡Pues yo nunca te he oído hablar 
del dolor por los pecados!"

"El arrepentimiento no consiste en 
afligirse por el pasado.
El pasado ha muerto y no merece un solo momento
de aflicción.
Arrepentirse es cambiar de mente;
es ver la realidad de un modo
radicalmente distinto."

234 UMPA.


El Maestro no se hacía ilusiones acerca
de lo que la gente suele llamar "amor".
Y solía recordar una conversación que había oído,
en sus años jóvenes, entre un político
y un amigo suyo:

"¿Ya sabes que nuestro vice-presidente
piensa enfrentarse a ti en las elecciones?"

"¡Ese canalla...! Pero no me da miedo.
Todo el mundo sabe que, si no ha ido a la cárcel,
es únicamente por sus influencias políticas".

Pues eso no es todo: también nuestro secretario
piensa anunciar su candidatura..."

"¡Cómo! ¿No tiene miedo de que lo procesen
por malversación de fondos?"

"¡Cálmate, hombre" Estoy bromeando...
De hecho, acabo de estar con los dos,
y ambos piensan colaborar en tu campaña".

"¡Estarás contento...! ¡Me has hecho decir
cosas horribles de dos de las mejores personas
de nuestro partido!"

233 UMPA.


"¿Cuál es la causa del mal?"

"La ignorancia", dijo el Maestro.

"¿Y cómo puede disiparse?"

"No a base de esfuerzo, sino de luz;
no a base de acción, sino de entendimiento".

Más tarde añadiría el Maestro:

"La señal de la Iluminación es la paz.
Dejarás de huir cuando comprendas que
únicamente te persiguen las fantasías
que tus sueños han creado".

232 UMPA.


"¿Por qué hago el mal?

"Porque estás hechizado".

"¿Hechizado por quién?"

"Por esa cosa ilusoria que llamas tu 'yo'".

"¿Y cómo puede cesar el mal?"

"Comprendiendo que el yo, tal como tú lo conoces,
no existe y no necesita, por tanto, ser protegido".

231 UMPA.


A una mujer que no hacía más que hablar
de las excelencias del amor,
le contó el Maestro esta historia del
"mullah" Nasruddin:

Estaba la mujer de Nasruddin agonizando,
y el hombre intentaba consolarla como podía.

En un determinado momento,
la mujer abrió los ojos y dijo:
"Estoy segura de que ésta será mi última noche
y de que no volveré a ver el sol.
¿Qué vas a hacer cuando me muera, Nasruddin?".

"¿Que qué voy a hacer? ¡Volverme loco!"

A pesar de la gravedad de su estado,
la mujer no pudo reprimir una sonrisa:
"¡Ah, farsante!", le dijo.
"Te conozco, y sé que antes de un mes
te habrás vuelto a casar..."

"¿Qué estás diciendo?", dijo Nasruddin indignado.
"¡Una cosa es que me vuelva loco,
y otra que me vuelva idiota de remate!"

jueves, 12 de abril de 2012

230 UMPA.


"¿Cómo puedo cambiarme a mí mismo?"

"Tú eres tú mismo; consiguientemente,
no puedes cambiarte a ti mismo, 
de la misma manera que tampoco puedes
alejarte de tus pies".

"¿No tengo, pues, nada que hacer?"

"Puedes comprenderlo y aceptarlo".

"Pero, ¿cómo voy a cambiar si me acepto
a mi mismo?"

"¿Y cómo vas a cambiar si no lo haces?
Lo que no aceptas no puedes cambiarlo; 
simplemente, te las ingenias para reprimirlo". 

229 UMPA.

El Maestro sólo permitía a los discípulos vivir con él
durante un período de tiempo limitado de tiempo;
luego los despedía para que se las apañaran
por su cuenta.

Cuando un recién llegado preguntó a un discípulo
la razón de semejante actitud por parte del Maestro,
recibió esta respuesta:

"El Maestro es un espejo que refleja la realidad
 y a ti mismo. Una vez que has visto la realidad,
debes desechar el espejo, no sea que, por culpa
de tu veneración por él, se convierta en pantalla".

228 UMPA.


El Maestro ilustraba del siguiente modo
la actitud actual de las naciones ricas:

Un hombre es despertado por los codazos de su mujer:
"Levántate y cierra la ventana; 
está helando ahí fuera".

El hombre lanza un suspiro y dice:
"¡Por Dios bendito!
Si cierro la ventana, ¿va a dejar de helar?".

227 UMPA..


"¿Qué debo hacer para llegar a la divinidad?"

"La divinidad no es algo a lo que se pueda llegar
haciendo, sino algo que se comprende viendo".

"¿Cuál es, entonces, la función del hacer?"

"Expresar la divinidad, no llegar a ella".

226 UMPA.

Resultado de imagen de rosas en un jardín
El Gobernador anunció que iba a ir al monasterio
para visitar su jardín, cubierto de exóticas rosas.

Cuando llegó, descubrió que no había más 
que una rosa.
Al enterarse de que había sido el Maestro
quien había hecho cortar las demás,
quiso saber por qué había obrado de aquel modo.

Y el Maestro le dijo:
"Porque, si hubiera dejado todas las rosas,
tú no habrías visto ni siquiera una".

Y, tras una breve pausa, añadió:
"Tú, estás acostumbrado a las multitudes,
mi querido amigo. Pero ¿puedes decirme cuándo
has visto por última vez a una persona?"

225 UMPA.


Los discípulos le comunicaron al Maestro
el epitafio que habían pensado para él:

"Era más fácil vivir sin temor
cuando estaba él".

Y el Maestro les dijo:
"Si tenéis necesidad de mí para vivir sin temor,
entonces mi presencia no sirve más que para ocultar
vuestra cobardía, no para curarla". 

224 UMPA.

Resultado de imaxes para espiritualida
"¿Por qué es tan difícil para un rico entrar
en el Reino de los cielos?"

En respuesta, el Maestro contó el caso de un hombre

que llegó a un hotel en su automóvil y fue conducido
a su habitación en una camilla.
El director del hotel, pensando que el cliente
estaba paralítico, le preguntó a su mujer
qué le había pasado. Y la mujer respondió:

"No le pasa nada. Simplemente, es un hombre muy rico y no tiene necesidad de andar".

223 UMPA.

Padres: ¿Cómo puede ayudarnos el cuento sobre la dislexia?
El Maestro afirmaba que la lealtad de los teólogos
a sus sistemas de creencias les hacía demasiados
propensos a hacer la vista gorda ante la verdad...
y a rechazar al Mesías cuando éste aparecía.

En cuanto a los filósofos, gozaban para él
de una mejor opinión, porque, al no tener el lastre
de unas creencias, su búsqueda era más libreç
y más abierta.

Pero, por desgracia, incluso la filosofía era limitada,
porque se apoyaba en palabras y conceptos
para penetrar una Realidad que únicamente 
era perceptible para una mente no conceptualizadora.

"La filosofía", observó una vez,
"es un mal que sólo se cura con la Iluminación,
que es la que da paso a las parábolas y al silencio".

222 UMPA.


Cuando alguien anunció que había obtenido
el doctorado en Teología, el Maestro,
que era un verdadero guasón, dijo con aire inocente:

"¿Doctor en teología?
¿Qué enfermedad es ésa?"