
Alguien preguntó al Maestro
si creía en la suerte.
"Por supuesto que sí", respondió él
sonriendo irónicamente.
"De lo contrario,
¿cómo puede explicarse el éxito de aquellas personas
que no le agradan a uno?"
El Maestro solía decirles: "Las mejores cosas de la vida no pueden lograrse por la fuerza". "Puedes obligar a comer, pero no puedes obligar a sentir hambre; puedes obligar a alguien a acostarse, pero no puedes obligar a dormir; puedes obligar a que te elogien, pero no puedes obligar a sentir admiración; puedes obligar a que te cuenten un secreto, pero no puedes obligar a inspirar confianza; puedes obligar a que te sirvan, pero no puedes obligar a que te amen.
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