
La actitud del Maestro hacia la acción social
resultaba realmente desconcertante.
Unas veces se mostraba partidario entusiasta de la misma,
y otras parecía resultarle indiferente.
Y la explicación que a veces daba de tan desconcertante actitud
era igualmente enigmática.
Dijo en cierta ocasión:
"Quien desea hacer el bien
debe llamar a la puerta.
Para el que ama,
la puerta está siempre abierta".
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