
cuando, de pronto,
salió de un portal un hombre
que chocó violentamente con él.
El individuo, totalmente fuera de sí,
rompió a soltar palabrotas.
El Maestro hizo una breve inclinación,
sonrió amablemente y le dijo:
"Amigo, no sé quién de los dos
ha tenido la culpa de que chocáramos,
pero no estoy dispuesto a perder el tiempo
tratando de averiguarlo...
Si la culpa ha sido mía, le pido perdón;
si ha sido suya, olvídelo".
Y, tras hacer una nueva inclinación
y esbozar una sonrisa,
siguió caminando.
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