
Los discípulos quedaron desconcertados
cuando oyeron al Maestro decir que el mal,
visto desde una perspectiva más elevada, es bueno;
que el pecado es una puerta de acceso a la gracia.
Entonces les habló de la historia de Cartago,
una especie de espina clavada en la carne
de la antigua Roma. Cuando Roma, finalmente,
arrasó Cartago, se relajó, se debilitó
e inició su decadencia.
"Si desapareciera todo mal", concluyó el Maestro,
"el espíritu humano acabaría pudriéndose".
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