
Para explicar por qué el santo no es consciente de su santidad,
el Maestro refirió el caso de un amigo alcohólico que había jurado no volver a probar la bebida.
Un día sintió la punzada de la sed,
entró en un bar y pidió un refresco.
Y, mientras se lo preparaba el camarero,
susurró al oído de éste:
"¿No podría añadir un poco de "Whisky sin que yo lo vea?"
No hay comentarios:
Publicar un comentario