
Para mostrar a sus discípulos lo absurdo
de una autoridad religiosa cuya fuente no sea la valía
y la competencia personales, el Maestro contó
el caso de un individuo que acudió
a una agencia matrimonial.
"¿Es aquí donde hacen bodas?", preguntó.
"Sí, aquí es".
El tipo tomó entonces una fotografía de una hermosa
joven de veinticinco años y dijo:
"Me quedo con ésta".
"Lo siento, señor, pero no puede ser.
Tiene usted que llevarse a esta otra dama",
le dijo el director de la agencia, a la vez
que le mostraba la fotografía de una mujer
de cincuenta años.
"¿Y por qué he de quedarme con ésa?"
"Por razones de antigüedad", dijo el director.
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