
Hablando de los dirigentes religiosos que trataban
de impresionar a los demás con su conducta exterior
y con su atuendo, el Maestro contó a sus discípulos
la siguiente historia:
Un hombre llegó a su casa completamente borracho y,
para que su mujer no se diera cuenta, se le ocurrió la estratagema
de sentarse en el estudio y ponerse a leer un libro:
¿a quién se le ocurriría pensar que estaba borracha
una persona que leía un libro?
Cuando su mujer entró en el estudio y le preguntó
qué estaba haciendo en aquel rincón,
él respondió alegremente:
"Estoy leyendo, querida".
"¡Lo que estás es borracho!", le gritó su mujer.
"¡Cierra esa maleta y baja a cenar!".
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