
"Háblanos acerca del sexo".
"El sexo", dijo el Maestro,
"es divino para los que lo conocen".
"¿Los que lo conocen...?"
"La rana se sienta junto a las flores", dijo el Maestro,
"sin sospechar la clase de néctar que en ellas
encuentra la abeja".
El Maestro solía decirles: "Las mejores cosas de la vida no pueden lograrse por la fuerza". "Puedes obligar a comer, pero no puedes obligar a sentir hambre; puedes obligar a alguien a acostarse, pero no puedes obligar a dormir; puedes obligar a que te elogien, pero no puedes obligar a sentir admiración; puedes obligar a que te cuenten un secreto, pero no puedes obligar a inspirar confianza; puedes obligar a que te sirvan, pero no puedes obligar a que te amen.
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