
El Maestro afirmaba que carecía de todo sentido
definirse como indio, chino, africano,
americano, hindú, cristiano o musulmán,
porque ésas son meras etiquetas.
Y a un discípulo que afirmaba ser judío
por encima de todo, le dijo con enorme delicadeza:
"Lo que es judío es tu condicionamiento,
no tu identidad".
"¿Y cuál es mi identidad?"
"Nada...", dijo el Maestro.
"¿Quieres decir que soy puro vacío?",
preguntó incrédulo el discípulo.
"Nada... que pueda ser etiquetado",
concluyó el Maestro.
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