
En cierta ocasión,
hablaba el Maestro de la idea hindú
de que toda la creación es un juego de Dios,
y de que el universo es su patio de recreo.
Y decía también que el fin de la espiritualidad
es convertir toda la vida en juego.
Aquello le pareció demasiado frívolo
a un puritano visitante, que preguntó:
"Entonces, ¿no hay lugar para el trabajo?"
"¡Por supuesto que lo hay!
Pero el trabajo sólo se hace espiritual
cuando se transforma en juego",
respondió el Maestro.
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