
Un discípulo bastante deprimido
se quejaba de que, por culpa de sus defectos,
se sentía estafado por la vida.
"¿Estafado?", gritó el Maestro.
"¿Estafado tú?
¡Mira a tu alrededor!
¡Con cada momento de lucidez,
estás siendo pagado con creces!"
El Maestro solía decirles: "Las mejores cosas de la vida no pueden lograrse por la fuerza". "Puedes obligar a comer, pero no puedes obligar a sentir hambre; puedes obligar a alguien a acostarse, pero no puedes obligar a dormir; puedes obligar a que te elogien, pero no puedes obligar a sentir admiración; puedes obligar a que te cuenten un secreto, pero no puedes obligar a inspirar confianza; puedes obligar a que te sirvan, pero no puedes obligar a que te amen.
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