
Cuando le preguntaron cómo se descubría
el Silencio, el Maestro contó esta historia:
Una fábrica estaba interesada en adquirir
pieles de rana. Al enterarse, un agricultor
telegrafió a la fábrica para comunicar que él
podía suministrar cualquier cantidad
que le pidieran, incluso más de cien mil,
si era preciso.
La fábrica le telegrafió:
"Envíe una primera remesa de cincuenta mil".
Dos semanas más tarde, llegó a la fábrica
una sola piel de rana con una nota que decía:
"Les presento mis excusas, pero ésa es
la única piel de rana que he podido encontrar.
El ruido, ciertamente, me engaño".
Más tarde, diría el Maestro:
"Examinad el ruido que hace la gente.
Luego comprobad el ruido que hacéis vosotros,
y descubriréis la nada, el vacío...
y el Silencio".
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