
La gente se escandalizaba cuando oía decir
al Maestro que la verdadera religión
no era un asunto sociológico.
Y ponía este ejemplo:
Érase un osezno polar que un día
le preguntó a su madre:
"Mami, ¿papá era también un oso polar?"
"Claro que sí. También el abuelo".
"Y el bisabuelo, ¿también él fue un oso polar?"
"Sí, también el bisabuelo...
¿A qué viene tanta pregunta?"
"Es que me estoy congelando".
Y concluía el Maestro:
"La religión no tiene nada de sociológico
ni de heredado.
Es un asunto sumamente personal".
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