
El Maestro no discutía con nadie,
porque sabía que lo que el "discutidur" buscaba
era la confirmación de sus creencias,
no la Verdad.
Y en cierta ocasión mostró del siguiente modo
el valor que tiene una discusión:
"Cuando cae al suelo una rebanada de pan,
¿dónde queda el lado untado de mantequilla:
arriba o abajo?"
"Abajo, naturalmente".
"No, señor; arriba".
"Hagamos la prueba".
Se untó de mantequilla por un lado una rebanada de pan,
se arrojó al aire...
y cayó con la mantequilla hacia arriba.
"¡He ganado!"
"Porque he cometido un error".
"¿Qué error?"
"Evidentemente, he untado el lado equivocado".
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