
El Maestro prevenía una y otra vez
contra todo intento de encerrar la Realidad
en un concepto o en un nombre.
Un experto en misticismo le dijo:
"Cuando usted habla del SER,
¿se refiere usted al ser eterno y trascendente
o al ser transciente y contingente?"
El Maestro cerró sus ojos pensativo.
Luego los abrió,
adoptó su expresión más encantadora y dijo: ¡Sí!".
Más tarde diría:
"En cuanto le das un nombre a la Realidad,
deja de ser Realidad".
"¿Aunque le llames ´Realidad´?",
preguntó maliciosamente un discípulo.
"Sobre todo cuando le llamas ´eso´".
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