
Aquello hizo que los discípulos se acordaran
del pesimista que dijo:
"La vida es tan horrenda que
preferiría no haber nacido".
"Sí", le replicó el Maestro
con una maliciosa sonrisa,
"pero ¿cuántos tienen esa suerte?
Tal vez uno de cada diez mil..."
El Maestro solía decirles: "Las mejores cosas de la vida no pueden lograrse por la fuerza". "Puedes obligar a comer, pero no puedes obligar a sentir hambre; puedes obligar a alguien a acostarse, pero no puedes obligar a dormir; puedes obligar a que te elogien, pero no puedes obligar a sentir admiración; puedes obligar a que te cuenten un secreto, pero no puedes obligar a inspirar confianza; puedes obligar a que te sirvan, pero no puedes obligar a que te amen.
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