
En la fiesta de cumpleaños del Maestro,
un discípulo se negó en redondo a beber
ni siquiera un vaso de vino.
Mientras deambulaba por la sala,
tropezó con el Maestro,
el cual le hizo un guiño y le susurró:
"Todavía tienes
algunas cosas interesantes que aprender,
mi querido amigo".
"¿Cuál, por ejemplo?"
"Por ejemplo, ésta:
podrías rociar con vino la esterilla
que empleas para orar,
y todavía seguiría empapada de Dios".
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