
sino la moderación.
Y afirmaba que,
si disfrutáramos realmente de las cosas,
seríamos espontáneamente moderados.
Cuando le preguntaron por qué se oponía
a las prácticas ascéticas, respondió:
"Porque producen odiadores del placer,
que siempre acaban convirtiéndose en
inflexibles y crueles odiadores de las personas".
"Pero hay muchos amantes del placer",
le replicó alguien,
"que también son inflexibles y crueles..."
"No exactamente.
No es el placer lo que aman,
porque se atiborran de él.
Lo que aman es el castigo que infligen
a sus propios cuerpos
con el placer excesivo".
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