
El Maestro sentía auténtica veneración por el cuerpo humano.
Por eso, cuando un discípulo se refirió a él
como una "vasija de barro",
el Maestro citó con verdadero entusiasmo al poeta Kabir:
"Dentro de esta vasija de barro
están los cañones y montañas del Himalaya,
los siete mares y mil millones de galaxias;
y la música de los cielos
y la fuente de las cascadas
y de los ríos".
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